El final de la guerra en la Franja de Gaza está lejos de ser un acuerdo de paz, pero fue recibido con alivio en los países árabes. El presidente Donald Trump y su equipo elaboraron una hoja de ruta que le reserva a Israel el control de más de la mitad del enclave palestino, casi destruido en su totalidad, y la oportunidad de rebajar las tensiones con sus aliados históricos en la región, Egipto y Jordania, y sus nuevos socios en el Golfo Pérsico.
En rigor, el acuerdo entre Hamás e Israel contó con el auspicio secundario de Egipto, Qatar y Turquía. Este último, musulmán, pero no árabe, tiene una influencia creciente en la región. A pesar de la enemistad declarada entre el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro israelí, Ankara se anotó para facilitar la logística en la entrega de ayuda humanitaria para los gazatíes y podría jugar un rol clave en la transición que le espera a la Franja. El pacto de Trump es claro al respecto: la organización palestina no podrá seguir gobernando en Gaza.
Este lunes, el presidente estadounidense elogió en público a su par egipcio, Abdelfatah al Sisi, por su mediación para terminar con el conflicto, si bien el acuerdo llegó por la presión qatarí. A principios de septiembre, Israel lanzó un ataque contra la cúpula de Hamás que se encontraba en Doha en una operación que fue condenada por Trump y que le sirvió a monarquía del Golfo para terminar de apurar una solución a la guerra.
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“Tanto Egipto como Qatar estuvieron desarrollando sus vínculos con Israel. No sabemos a ciencia cierta cuál va a ser el devenir de los otros puntos del acuerdo de paz, que en realidad es un alto el fuego. Se habla de administración conjunta. Diferente es el rol de Turquía, que dijo estar dispuesto a ayudar, pero está recién llegado a este ciclo de charlas sobre el futuro de Gaza”, dijo a LPO Said Chaya, director del Núcleo de Estudios de Medio Oriente de la Universidad Austral.
“No es casual que EEUU haya elegido a estos tres países, que son los que más diálogo tienen con Hamás, para ponerlos a cargo de una eventual fuerza multinacional. Son los actores que van a poder persuadir a Hamás”, agregó el analista. Para EEUU, y también para Israel, es una garantía de que el grupo terrorista no volverá a operar desde el enclave.
La propuesta de Trump incluye la liberación de los rehenes, la destrucción del poder de fuego de Hamás y la instauración de un gobierno civil comandado por tecnócratas palestinos sin vínculos con grupos armados, supervisado por la Casa Blanca y el exprimer ministro británico Tony Blair. Sin embargo, hay una cuestión que entusiasma más a Netanyahu, es decir, la posibilidad de reanudar la relación con los países árabes, ya sin la presión de la guerra como telón de fondo.

Recep Tayyip Erdogan.
La ofensiva sobre Gaza interrumpió la inercia de los Acuerdos de Abraham, otro legado del primer mandato de Trump en Medio Oriente, que le permitió a Israel establecer relaciones oficiales con Emiratos Árabes Unidos y Baréin. Luego se sumarían otros dos países musulmanes, Sudán y Marruecos, y Netanyahu nunca abandonó la idea de formalizar el vínculo con Arabia Saudita, un hito que por el momento se le escapa de las manos.
“Las autoridades dicen que Arabia Saudita va a ser el último país en establecer lazos con Israel. En 2023 había dicho cuál era su precio: una serie de acuerdos de cooperación militar con EEUU, que EEUU rechazó. Arabia Saudita dice que solo va a reconocer a Israel si hay un nuevo gobierno que respalde la solución de dos Estados”, explicó Chaya.
Con todo, The Washington Post reveló este fin de semana que Qatar, Baréin, Egipto, Jordania, Emiratos Árabes Unidos e incluso Arabia Saudita reforzaron la cooperación militar con Israel bajo la mirada del Comando Central de EEUU (Centcom) para hacer frente a la amenaza iraní, el enemigo común en la zona.
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Washington estaría preparando una alianza regional que incorporaría también a Omán y Kuwait. Según el diario estadounidense, Catar y Arabia Saudita serían los más interesados en concretar un acercamiento con Israel.
Queda un tema espinoso en torno al futuro de Gaza: su reconstrucción. La ONU sostuvo que retirar las toneladas de escombros llevará al menos cinco años, y levantar de nuevo Gaza, la capital, demorará otros 15. El FMI y el Banco Mundial calcula que se necesitarán USD 55.000 millones para reconstruir el enclave, pero la Unión Europea prevé que costará el doble.
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