Si Natalia de la Sota no cambia de parecer en el próximo mes, el peronismo de Córdoba irá dividido en tres sectores: el oficialismo que comanda Martín Llaryora, el espacio kirchnerista y el delasotismo, un escenario inédito desde el inicio de la dinastía, en 1999. Decidida, la diputada nacional avisó que será candidata por un espacio “opositor a Milei” que tenga como columna la “coherencia en el rechazo” a las medidas del libertario.
En el delasotismo descreen que Juan Schiaretti se salga de su rol de mecenas de Hacemos Unidos y encabece la lista de diputados nacionales. Bajo esa premisa, se preparan para confrontar con Martín Llaryora y disputarle una banca en Diputados. La estrategia es quitarle votos a las dos bandas peronistas (la de Llaryora y al espectro kirchnerista) y así retener la banca.
Sin embargo, más allá del resultado, la vista de De la Sota y su equipo está puesta en marzo/abril de 2027, cuando Llaryora busque su reelección. La hija del fallecido exgobernador ha dejado trascender que quiere una sociedad política con el gobernador, no un empleo.
Para encarar una eventual campaña, De la Sota resaltará su “coherencia” respecto al rol opositor ante el Gobierno de Javier Milei, en contraste con el Gobierno provincial “que le ha votado todo lo importante” en el Congreso de la Nación. La lista empieza con la Ley Bases, pero es larga. “Ni siquiera votaron la creación de una comisión que investigue a quienes fueron a reunirse con los genocidas”, en relación a la visita de seis diputados nacionales libertarios a condenados por delitos de lesa humanidad.
“La coherencia de Natalia al momento de plantarse ante este Gobierno nacional es valorada espontáneamente. No puede ser un valor mirar para otro lado cuando Milei avanzó cruelmente sobre jubilados y sectores vulnerables”, agregan quienes trabajan en el discurso con el que De la Sota saldrá a la caza de votantes tradicionales del peronismo (un 25% del padrón).
En este marco, las huestes de Natalia se preparan para pescar en la pecera del 40% que, estiman, votará en contra de Milei en Córdoba en las elecciones de octubre. Hay que descontar a la izquierda y a otras fuerzas menores, pero el botín al que aspiran ronda los 10 puntos, con lo que le alcanzaría para sentarse en Diputados por cuatro años más.
De la Sota también quiere enviar un mensaje hacia dentro del Gobierno provincial: Martín Llaryora construye con “partido cordobés” sin contemplar a la dirigencia del peronismo. “La discusión a futuro pasa por saber qué y a quiénes representa el peronismo de Córdoba. Hoy no está claro cuál es el rumbo. El malestar en el peronismo con Llaryora está latente”, dicen cerca de la diputada nacional.
Hasta aquí, no hay señales de que Llaryora y De la Sota puedan achicar distancia antes de la presentación de alianzas, el 7 de agosto. Ese día, De la Sota pretende inscribir la suya, sin acuerdo con el PJ cordobés y con el PJ nacional. Es una estrategia que en la década del 80 usó su padre, cuando enfrentó al peronismo tradicional en 1986 con el sello de la Democracia Cristiana. En aquella campana, De la Sota acuñó el eslogan “saltemos el charco”. Salió segundo y se quedó con el PJ Córdoba.
El uso de boleta única de papel le da al delasotismo la posibilidad de no tener que depender de una gran estructura de fiscales que reparta y cuide los votos. No es una variable menor cuando se trata de una estructura de unos 9.000 fiscales.
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